LA REALIDAD LGBT EN EL MUNDO MUSULMAN.-
Por encima de diferencias y de experimentos democráticos controlados por las armas, en el conjunto de países musulmanes podemos apreciar una preocupante falta de respeto por los derechos humanos más elementales, unas democracias casi inexistentes, unos regimenes políticos no sólo autoritarios sino despóticos y tiránicos, discriminación de la mujer social y legalmente, falta de libertades civiles y religiosas, persecución de la homosexualidad, desprecio a la vida humana en muchos países con una esclavitud si no aceptada si asimilada, y salvajadas como la ablación y otros excesos en algunos países como amputación de manos a ladrones, lapidación de adúlteras o ahorcamiento de homosexuales.
En general en todos los países de mayoría musulmana, se persigue la homosexualidad legalmente y se penaliza severamente. En total son 8 países los que castigan con la pena de muerte los actos homosexuales: Afganistán, Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Pakistán, Sudán, Yemen y algunos estados del norte de Nigeria. En otros países, la homosexualidad puede ser castigada con cadena perpetua o duras penas de prisión, añadiendo a ello el estigma social y el rechazo mayoritario de su entorno y su comunidad. Si a todo ello añadimos las torturas, los malos tratos por parte de policía y en prisión, incluso hasta castigos físicos como latigazos en plena plaza pública para escarnio social, podemos hacernos una idea de este paisaje nada halagüeño para gays y lesbianas en estos países.
En otros países donde incluso no existen leyes que castiguen expresamente a las personas por su orientación sexual, se aplican otras leyes como la Ley de Emergencia, y eventualmente se les puede acusar de cualquier cosa: escándalo público, conducta indecente, lascivia, actos antinatura, actos contra la moral y las costumbres, actos contra la religión, actos contra la familia, etc… Cualquier excusa es válida para castigar las relaciones homosexuales.
De forma paradójica, las mismas leyes restrictivas que rigen la vida de los musulmanes, estimulan de alguna forma los encuentros homosexuales. Estas leyes impiden que los hombres y las mujeres tengan relaciones sexuales fuera del matrimonio y siempre con un fin reproductivo. Esta limitación sexual impulsa el encuentro carnal entre los chicos jóvenes, por lo que la bisexualidad es una práctica muy extendida en el mundo árabe. No obstante la sociedad sólo es condescendiente y tolera al bisexual activo. Pero donde hay activos deben haber forzosamente pasivos, personas que sufren un brutal, pero por otra parte hipócrita, escarnio público si sus actos son revelados o descubiertos.
LA LETAL APLICACIÓN DEL ISLAM.-
Las ejecuciones en estos países son públicas siempre, generalmente en estadios y plazas públicas, para que sirvan de actos ejemplarizantes para los ciudadanos. El 25 de Febrero de 1998 un tanque militar de los talibanes aplastó durante 30 minutos a cinco hombres acusados de prácticas homosexuales. El 22 de Marzo del mismo año, dos jóvenes de 18 y 22 años fueron aplastados hasta la muerte, por una pala excavadora. Ambas matanzas se realizaron ante la presencia de público, y en la primera de ellas estuvo presente el líder talibán Mohamed Omar.
En Irán, que padece una de las dictaduras más intolerantes del mundo musulmán, la homosexualidad está perseguida desde la llegada al poder de los ayatollahs en 1979. Según varias organizaciones de Derechos Humanos, más de 100.000 personas podrían haber sido condenadas a muerte durante este tiempo, de los que unos 4.000 serían gays y lesbianas ejecutados simplemente por su condición sexual. Hace unos meses la imagen aterradora de dos jóvenes iraníes, casi adolescentes, colgados de una grúa en una plaza pública de la ciudad de Mashhad, dio la vuelta al mundo. También se tiene constancia de la ejecución de dos varones homosexuales de 24 y 25 años, en noviembre de 2005 en la ciudad de Gorgan, y de otros casos similares. Imaginemos cuantos casos se producen sin que la prensa internacional pueda publicitar estos actos ejemplarizantes del “viciado modo de vida occidental”.
Muchas veces la simple sospecha de ser homosexual sirve para condenar a un acusado con otras penas, como beber alcohol o el acoso sexual. Actualmente en Irán constituye delito tener relaciones sexuales antes del matrimonio, en el caso de las mujeres, beber alcohol, ejercer la prostitución, mantener relaciones homosexuales, el adulterio y un sinfín de actos que en Occidente no lo son.
En un país en convulsión y desangrado por la guerra civil y el terrorismo como es Irak, el gran ayatollah Ali al-Sistani ha decretado una fatwa (orden religiosa de obligado cumplimiento) contra los homosexuales iraquíes. La milicia ultrarradical Badr, que obedece a grupos radicales chíies bajo control de Irán, ya se están cobrando algunas víctimas. En el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y otros países occidentales ya hay decenas de gays iraquíes refugiados, huidos de estas implacables persecuciones. Tras la relativa tolerancia del cruel régimen de Sadam Hussein, ahora los gays iraquíes son atacados impunemente por todos, incluyendo tanto la policía, la guerrilla terrorista o los grupos radicales. Buen panorama para aprovechar y cobrarse venganzas personales y pequeñas rencillas, o ser objeto de chantajes económicos, cuando no apropiarse sencillamente de propiedades y negocios con total arbitrariedad.
Turquía parece ser una excepción respecto a los demás países islámicos, obligada más por Europa a ajustar su legislación bajo los parámetros de cumplimiento de los derechos humanos bajo amenaza de no poder incorporarse a la Unión Europea más que por convencimiento propio. Si bien el imperio de la ley no es el mismo en la tolerante Estambul que en el resto del país.
En otros países islámicos, sobre todo del Magreb, aunque existen leyes que penalizan con años de prisión los actos homosexuales, no se aplican en la mayoría de los casos cuando se realizan privadamente. Estos países castigan la notoriedad, el escándalo público y la prostitución sobre todo. Puede parecernos una actitud suave, pero la prohibición de expresar afecto en público, de tener una pareja y conseguir derechos es un atentado directo al desarrollo integral de la persona, que deber llevar una doble vida con la consiguiente desestabilización del equilibrio psicológico y emocional, además de verse víctimas de chantajes y coacciones. Olvidemos por supuesto la posibilidad de legalizar organizaciones que defiendan derechos para gays y lesbianas, que tienen muchas veces que solapar sus reivindicaciones bajo el manto de organizaciones de lucha contra el sida o de derechos humanos ligths, instrumentalizaciones y excusas a la postre de los propios gobiernos.
El caso de Israel es un oasis en medio de todo este desierto que constituyen todos los países árabes, siendo la única verdadera democracia real en todo el Oriente Próximo. En Israel los Derechos Humanos son respetados formalmente, incluyendo la homosexualidad. Se trata del único país en todo el Oriente Próximo, que no sólo no penaliza las relaciones homosexuales, sino que tiene legalizados grupos activistas gay-lésbicos, celebran el Día del Orgullo Gay, y ofrece una serie de derechos a las uniones homosexuales. Todo ello a pesar de las fuertes presiones de los ultraortodoxos judíos, cristianos y musulmanes.
Todo pueblo sin excepciones de ningún tipo, tiene derecho a mantener su propia indiosincracia cultural libre de interferencias ajenas, pero el real cumplimiento de los Derechos Humanos debe ser algo universal y prevalecer sobre cualquier singularidad cultural. Invocar una pretendida multiculturalidad a veces mal entendida, no puede llevarnos a obviar la justa exigencia de cumplimiento estricto de los derechos humanos en estos países. No se trata de inmiscuirnos en asuntos privados o política interna de estos países, tenemos la ineludible obligación moral de extender el cumplimiento universal de los derechos humanos en todos los países de este planeta. Una comparación adecuada puede ser el tema de la violencia doméstica, tan en voga desde hace un tiempo en nuestro país, donde hasta hace unos años se consideraba un asunto exclusivamente intrafamiliar el hecho de que un marido pueda pegar a su mujer sin que vecinos y autoridades puedan inmiscuirse en sus asuntos.
El culpable sin duda en esta lamentable situación es la estricta interpretación de la SHARIA (ley islámica) basada en el Corán, realizada por la corriente dura y radical del Islám. Según los expertos, el Corán no avala estos comportamientos, y está lleno de tales ambigüedades que una lectura crítica sin ser irrespetuosa permite a un tiempo atacar y defender cosas tales como la superioridad masculina, los derechos de la mujer o la cooperación con otras religiones. De hecho tampoco los Evangelios incitan a la violencia, pero una interpretación sesgada fue coartada para justificar excesos tales como las Cruzadas o quemar herejes.
Incluso en pleno s. XIX, y hasta bien entrado el s. XX, la Iglesia Católica se oponía férreamente al liberalismo y la modernización que incluía entre otras cosas: la separación efectiva de Iglesia y Estado, la secularización de la sociedad, democracia frente a regimenes autoritarios y la instauración de libertades religiosas y civiles. Todo ha conllevado a una concepción universal de orden social cuyo centro es el cumplimiento efectivo de los derechos humanos.
El status quo de las sociedades musulmanas está secuestrado por el carácter intocable de la corriente dominante además de la docilidad de los fieles que rechazan cualquier apertura modernizadora al confundirla con occidentalización.
CONCLUSIÓN.-
Dada la difícil situación actual que viven estos países, el camino del exilio, el refugio en terceros países o una vida clandestina constituyen su horizonte vital más próximo.
La Humanidad ha demostrado reiteradamente que puede sobreponerse a las ideas de ciego seguidismo que toda religión presenta y armar su destino de manera inteligente.
Es necesario que los propios musulmanes encaucen su propio destino, comenzando por la “libertad de duda”, incluso de sus Sagradas Escrituras. Tal como propone Irshad Manji, la activista canadiense de origen Ugandés, hay que recuperar la “Ytihad” (no confundir con “yihad”: obligación de extender el Islam), que es una tradición de la época dorada del Islam (750-1250) que defendía el derecho al pensamiento independiente.
La sociedad occidental debe ser autocrítica sobre su vergonzoso comportamiento al no denunciar o hacerlo únicamente tibiamente la sistemática violación de los derechos humanos en estos países. Quizás la verdadera razón sea que muchos de estos países son productores de petróleo, y Occidente pero sobre todo Estados Unidos prefiere una estabilidad en los precios del crudo a una conciencia moral tranquila. En resumen, se venden derechos humanos por petrodólares.El mundo occidental y sobre todo Europa deben ser los adalides y defensores de los derechos humanos en estos países y exigir una aplicación universal de los mismos. Las ayudas con estos países no puede seguir siendo ciega con esta dramática situación, y la colaboración debe ser activa y constructiva impulsando cambios en estos países.